lunes, 7 de febrero de 2011




Hace unos años decidí estudiar Educación Social, no porque quisiera tener una carrera, ni porque la sociedad te dicte que tienes que estudiar, sino porque realmente deseaba vivir mi vida de la mano de aquellas personas que, por lo que sea, están al margen de una sociedad que vive a un ritmo que la mayoría no pueden seguir, no les dejamos seguir. Hay tanta desgracia en el mundo, aquí y allá, en todos los lugares, que no me veía trabajando ignorado a todas estas personas, sólo para mí, para conseguir un trabajo en el que gane mucho dinero, para encontrar al hombre “de mí vida”, comprarme un piso, hipotecarme de por vida… y hacer todo lo que se supone que uno debe hacer. Todavía pensar en esto me crea una gran angustia.
En esta vida yo no quiero dinero. Creo que para que otras personas puedan vivir dignamente, los poquitos afortunados que vivimos en el “gran primer mundo” deberíamos tener un poquito menos, ser menos ambiciosos, por eso las circunstancias de la vida me han llegado a hacer sentir que quiero una vida humilde. Humilde y llena de felicidad. Y la verdad, lo he conseguido, y espero trabajar siempre duro para no perder esta perspectiva, aunque no siempre es fácil.
Conocí a Fernando. Un día conversando, estábamos haciendo noche de guardia juntos, nos pusimos a hablar sobre la vida, sobre las ambiciones, sobre el amor, el futuro… La verdad que casi no nos conocíamos pero la conexión que tuvimos fue muy grande. Ahí hablamos por primera vez de poder trabajar en otro lugar, África, por ejemplo, decíamos, pues coincidíamos que si bien es cierto que pobreza la hay en todo el mundo, los recursos no existen en todos los lugares, y hay sitios que están abandonados y absolutamente maltratados por ese abandono. Los “nadie”, dijimos.
Todo fluyó, Fernando y yo nos dejamos llevar sin pretender nada, sólo siguiendo a nuestros corazones. Y surgió un gran amor entre nosotros que ha ido creciendo todos los días. Y del amor nació un proyecto de amor hacia las otras personas.
Tengo todo lo que deseo, todo lo que necesito y un corazón que ya está viviendo y latiendo en África. Y así es como soy feliz, porque la felicidad no es una búsqueda, sino un estado.

1 comentario:

  1. El mundo se esfuerza por vivir según lo que nos dicta la cabeza sin tener en cuenta que el corazón simpre guía nuestras vidas. Vosotros sois un ejemplo claro de que la mayoría del mundo se equivoca. Si todos fueramos menos egoistas conseguiriamos vivir en un mundo mejor.
    Os admiro y ojalá tu hermana aprenda los mismos valores que tu, que vosotros.
    Os quiero, os queremos

    ResponderEliminar